Ha sido la cara de México en la arena internacional por casi cinco años y con frecuencia la voz en las discusiones con líderes mundiales, incluidos algunos con temperamento voluble, como el expresidente estadounidense Donald Trump.
Ahora, el canciller Marcelo Ebrard apuesta a que sus credenciales en la escena mundial —y su pasado como alcalde y político progresista— le abran las puertas para que el partido oficialista vea en él a su candidato a presidente en 2024.
El político de 63 años está en medio de una carrera a tres bandas con otros miembros del círculo del presidente Andrés Manuel López Obrador, incluida la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Morena, el partido que López Obrador fundó como vehículo para competir la última vez por la presidencia, es una extensión del popular mandatario, por lo que sus palabras, acciones e incluso su lenguaje corporal es seguido de cerca en busca de cualquier signo de quién es su favorito.
Hay voces que dicen que Sheinbaum es la favorita del presidente, pero Ebrard no lo ve así. “Encuentro muy lógico que Claudia y su equipo a todo el mundo le digan ‘soy la favorita’, porque ni modo que el presidente diga ‘No, no, no es la favorita’. Es como si yo te digo ‘Soy el favorito, ayer me dijo’”.
Entre los obstáculos que Ebrard debe superar está la percepción de que no necesariamente conecta con la base del partido, al menos no como lo hace el carismático López Obrador. También pesan las críticas que le hacen responsable como canciller de que el gobierno de Estados Unidos haya supuestamente impuesto su política migratoria y delegado en México el trabajo sucio.
Ebrard ha respondido con videos desenfadados de TikTok que buscan una conexión con la gente y, particularmente, con los votantes. En uno, se fue a comer tacos en un puesto callejero con su esposa vestido con un traje de diseñador y en otro, convierte un tropiezo en un movimiento de baile reproducido en bucle con una canción de Bad Bunny de fondo. Recientemente, además, publicó una autobiografía que enmarca como una victoria diplomática sus negociaciones migratorias con la administración Trump porque México evitó las amenazas estadounidenses de imponer un arancel general.
En una entrevista con The Associated Press, Ebrard se describió a sí mismo como un “progresista” que será fiel a los principales programas sociales de López Obrador si llega a ocupar su puesto.