Gases tóxicos del sargazo pone en peligro a trabajadores

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Especialista advierte que la macroalga produce ácido sulfhídrico, metano y amonio.

Las personas que retiran el sargazo acumulado en las playas desconocen que su salud está en peligro, debido a la exposición a los gases que producen las algas marinas, que en Cozumel recalan de abril a septiembre.

Norma Patricia Muñoz Sevilla, Doctora en Oceanografía Biológica por la Universidad de Aix Marsella de Francia, lleva años alertando sobre este riesgo, sin que las instancias responsables atienden la necesidad de establecer medidores de calidad del aire y protección para los trabajadores.

Puso como ejemplo que en la Martinica, isla del Caribe que pertenece al gobierno francés, quienes laboran en la recolección de sargazo usan equipo completo de protección y están dotados de un aparato que mide el nivel de gases nocivos, que alerta a su portador para que se retire hasta que el peligro pase.

Trabajadores desconocen el riesgo

Entrevistados sobre el tema, trabajadores de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) dijeron desconocer que corren riesgo, ya que nadie se los ha advertido, aunque reconocieron que sufren de cefalea y urticarias, situación por la que algunos de ellos abandonan su labor.

Muñoz Sevilla es integrante del comité técnico asesor para el manejo del sargazo en Quintana Roo, solo por mencionar algunos de los cargos en los que se ha desempeñado. Vía telefónica, la investigadora explicó que al descomponerse, las macro algas emiten ácido sulfhídrico, metano y amonio, que en exposiciones prolongadas es dañino para trabajadores y los visitantes.

Los gases también suben a la atmósfera, pero aún se desconoce cuál y en dónde ocurre la afectación del aire. Consideró que más que desconocimiento, hay falta de interés de las autoridades gubernamentales para atender el problema del sargazo, puesto que los datos e investigaciones se han expuesto en las mesas de trabajo. Junto con los gases emanados de la macroalga, también hay metales pesados que se liberan en el agua.

“Pareciera que no se escucha. No es desconocimiento… lo saben, pero prefieren ignorarlo”, puntualizó.

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